La frontera como cualidad 

por Valeria Iglesias

Para comenzar, el origen. El origen de las palabras. Por ejemplo, el origen de la palabra “frontera”. La primera sorpresa, el diccionario de la RAE: “frontera” no tiene entrada propia, sino que aparece listada dentro del adjetivo “frontero/a”. Como adjetivo que es, la primera acepción es “puesto y colocado enfrente”. La segunda acepción es de un sustantivo masculino que no viene a cuento. Tercera acepción. También sustantivo. También masculino, algo sobre caudillos. Cuarta. Sustantivo. Femenino: “f. Confín de un Estado”. Quinta. Sustantivo. Femenino. “f. véase límite”, y ahí aparece, al fin, lo que imaginé cuando pensé en las definiciones de “frontera”.

Tomemos un límite. Pongamos un límite. Una línea imaginaria que divide. De cada lado quedan dos territorios diferentes. Dos momentos diferentes. Diferencias. Las fronteras generan contrastes. O, también, las fronteras como zonas heterogéneas a través de las cuales algo gradualmente empieza a escasear para dar lugar a lo diferente que comienza a abundar. La frontera sería, pensando en la teoría de los conjuntos, esa zona de intersección entre lo uno y lo otro.

Decido, entonces: la frontera no es algo estático. La frontera está siempre en constante transformación. Más aún si la pienso como un límite que divide espacios temporales, ese tiempo en movimiento se traduce en una duración. La frontera no empieza y termina: la frontera dura. Porque, antes que nada, frontera es un adjetivo, una cualidad: la de la duración.

Pensamos este libro como un muestrario de la escritura de un momento. Este momento. ¿Qué escribe, ahora mismo, la tan nombrada nueva nueva narrativa? ¿Y cómo es que escribe? ¿Con qué temas? ¿Con qué texturas? ¿Cuándo vamos a pasar a la nueva nueva nueva narrativa? Y antes de contestar estas preguntas, nos descubrimos frente a otras preguntas que estaban antes: ¿cuándo empieza/empezó este momento? ¿Cuándo termina? ¿Termina? Vivir la contemporaneidad desde dentro de la contemporaneidad hace difícil la tarea de encontrar cortes. Duramos. No sabemos a ciencia cierta hasta cuándo. Sabemos cuándo nacimos, por ejemplo, pero no cuándo vamos a morir. Pero no hablo solamente de la Vida y la Muerte con mayúsculas. Hablo de pequeñas vidas y muertes que se van sucediendo sin cortes definidos. Estilos de escrituras que habitan a quien escribe desde siempre pero que están en constante mutación. Es que en realidad, nada empieza y termina, sino que todo se sucede durante.

Leticia Martin, Yamila Bêgné, Ana Ojeda, Natalia Zito, Analía Medina y Flavia Pantanelli exploran, en estos textos, esas mutaciones, esos límites, esas resurrecciones, esas duraciones. En la cartografía de un viaje por Córdoba y San Luis, que se mezcla con la cartografía del deseo y el control de las emociones. En los pasajes fronterizos que separan el desaparecer y el aparecer. En ganarle terreno a lo cotidiano para instalar el verdadero territorio de la vocación. En las paradojas de dejar de comer para sobrevivir. Entre los elementos del sueño que se vuelcan a la realidad y la realidad que se fuerza a entrar en el sueño. En un amor tan grande que puede hervir hasta lastimar.

Las fronteras de los universos que proponen todos estos textos duran. Por eso, La frontera durante.

La frontera como cualidad por Valeria Iglesias
Leticia Martin por Luciana Ravazzani
Topadoras oxidadas
Bondi
Yamila Bêgné por Sandra Buenaventura
Caja negra
¿Cómo te sale el éxtasis?
Las ciencias y las artes
Ana Ojeda por Daniel Gigena
Qué remedio
Viento en contra
Autoayuda
Natalia Zito por Mariana Komiseroff
Dientes de tiburón
El grito del mantel
Vértigo
Analía Medina por Juan Diego Incardona
Superclásica
Raspá y olé
Vamos a la juguetería
Flavia Pantanelli por Bea Lunazzi
Ahora que casi no puede moverse
Arrollado
Mordida deliciosa