Antología II
Natalia Moret, Sergio Olguín, Gustavo Urueña Chaia, Valeria Tentoni, Guillermo Martínez, Cristian Godoy, Juan Diego Incardona, Elsa Drucaroff, Agustina Catalano, Federico Andahazi, Gabriela Cabezón Cámara, Juan Guinot, Patricia Suárez
“Inmersos en otros mundos, habitados por seres e historias tan disímiles como sus observaciones particulares, autores como Sergio Olguín, Federico Andahazi, Natalia Moret, Guillermo Martínez, Valeria Tentoni y Patricia Suárez, entre otros, componen una especie de colectivo feliz, liberado de lo canónico, contagiando ese entusiasmo a quienes leemos sus cuentos. Se destaca también la edición en sí, que combina economía con una propuesta atractiva.”
Revista Rumbos, septiembre de 2011
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Prólogo
Aunque muchos piensan distinto, el primer paso para plantear la construcción de una antología es elegir los nombres que participarán. Por lo menos, así fue en este caso. Hay un motivo para haber desechado otros criterios: el concepto del outsider.
Nuestro oráculo contemporáneo (Wikipedia), explica de qué se trata con bastante sencillez:
“El término Outsider identifica algo en la periferia de las normas sociales, alguien que vive aparte de la sociedad común o alguien que observa un grupo desde fuera”.
Existe una suerte de imaginario colectivo con respecto a la figura del escritor. Algunas figuras que rozaron o se empan-tanaron en la locura, el alcohol, el abuso de drogas o el delito, construyeron un halo de misterio alrededor de los escritores. Incluso quienes no parecen ajustarse a este prototipo a menudo son vistos como extranjeros en la sociedad. Hay una cuestión ineludible: en tiempos donde generar riquezas, consumir y perseguir los últimos adelantos tecnológicos son el motor del mundo moderno, los escritores se obstinan en emprender tareas de baja rentabilidad y escasa demanda, cuya principal innovación está dada por los cambios que ofrezca Microsoft a su poco impactante software Word.
No es la única actitud extraña en estas personas: aunque nadie pueda asegurar que se trata de eso, hay quienes dicen que ser escritor significa molestar, hacer visible lo que esconde el alma humana, poner en palabras aquello que apenas se percibe como una amenaza distante en algún lugar de una sociedad. Sin dudas, un escritor responde naturalmente al concepto. ¿Para qué sirve verdaderamente alguien que escribe? En el mejor de los casos, para alimentar el alma o sembrar alguna duda; también, para entretener o provocar rechazo. Nada demasiado importante, por lo menos no en estos tiempos.
Sin embargo, ahí estamos los que escribimos, los que hacemos libros y los que los leemos. Somos outsiders de la sociedad del reality show, del auto último modelo y del último juguete tecnológico. Incluso quienes también van por esos carriles, no dejan de ser mirados como extraños. Al fin y al cabo, todos tenemos algo de outsider y sólo es cuestión de elegir si hacerse cargo o dejarlo pasar.
Los escritores nos hacemos cargo. O algo así. Pasar gran parte de nuestra vida frente a una computadora, imaginando que recordamos -o al revés- es tener conciencia de que nuestra actividad no forma parte del mundo que vivimos. Pasarnos media vida extra-ñando personajes ajenos, preocupándonos por historias que nunca fueron reales o hablando en voz alta con autores que ya fallecie-ron, son otros de nuestros vicios como extranjeros de la realidad. Sin embargo, nadie puede decirnos que no trabajamos con la realidad, o hacia ella.
Ser escritor es ser un outsider siempre y reconocerlo como par-te fundamental de nuestra vocación. Quizás esa premisa, movernos por vocación y no por interés, nos defina aun mejor.
Esta antología reúne textos de escritores que están fuera. Algu-nos están fuera de la sociedad, incluso cuando sus libros sean reco-nocidos, leídos y alabados por cientos de miles de lectores. Generan fanatismo por ser outsiders, por no decir lo mismo que dicen todos.
Otros también están afuera del mercado. Son poco conocidos, o tienen pocos lectores. Pueden ser populares en el mundo de los outsiders, pero ese mundo entero no logra encajar en el que llevan adelante las tapas de los diarios, los programas de televisión o las señoras en la verdulería.
Y están los autores que están afuera, incluso, de la literatura. Escriben, pero todavía no saben hacia dónde van, ni si es un cami-no que de verdad quieren recorrer. O la literatura todavía no los dejó entrar, por lo menos hasta que se abrieron las páginas de esta antología.
Este libro reúne textos de escritores que están afuera de algo o de alguien, siempre. Como tal, funciona a modo de testimonio de una época. Puede ser leído como un corte transversal de lo que se escribe a principios del siglo XXI en Argentina. Lo que se escribe y no se publica. Lo que se escribe y no se lee. Lo que se escribe y es tan visible, que a veces pasa desapercibido.
Una antología de los que están afuera, pero también están aden-tro de algún lugar, es también una oportunidad para el encuentro entre autores, y entre ellos y sus lectores. Al fin y al cabo, la litera-tura es un diálogo más allá del tiempo, un espacio de comunicación allí donde no hay más que silencios.
Enzo Maqueira – Valeria Iglesias, agosto de 2011
Prólogo
Natalia Moret
Una forma de autoboicot
Sergio Olguín
¿Sueña Carlitos Tévez con gallinas eléctricas?
Gustavo Urueña Chaia
Riquísimo
Valeria Tentoni
La culebrilla
Guillermo Martínez
Retrato de un piscicultor
Cristian Godoy
Mr. Harris y los escarabajos
Juan Diego Incardona
La música rota
Elsa Drucaroff
El certamen
Agustina Catalano
Días de Jorge
Federico Andahazi
La gobernanta & sus culos sardos
Gabriela Cabezón Cámara
No mata
Juan Guinot
La Pulpería de las Luces
Patricia Suárez
La reencarnada